ADQUIERE "EL MITO DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA"

lunes, 11 de junio de 2012

"¿Aceptaría Peña Nieto su derrota?" (La Jornada, 11 de junio, 2012)

Enrique Peña Nieto/Foto: Pedro Pardo, Jornada.com
El verdadero riesgo para la democracia no son las acciones pacíficas que podría emprender Andrés Manuel López Obrador después del 1º de julio, sino el fuerte coletazo del dinosaurio si el PRI pierde las elecciones presidenciales. El candidato de las izquierdas siempre ha defendido la vía electoral y pacífica como el único camino para conquistar al poder gubernamental. En contraste, el PRIAN controla las fuerzas militares y cuenta con tantos pactos y compromisos inconfesables que muy difícilmente aceptaría una derrota en las urnas.

En contraste con la versión hegemónica divulgada por los principales medios electrónicos de comunicación, López Obrador sí sabe perder. Tanto en la elección para gobernador del estado de Tabasco en 1994 como en las elección presidencial de 2006, el candidato llamó a la movilización ciudadana pero jamás auspició la violencia. En ambos casos, López Obrador se negó a romper con el orden institucional y recurrió a las instancias correspondientes con la ley en la mano para impugnar la validez de la elección. La grosera manipulación por Josefina Vázquez Mota en su más reciente espot del discurso del candidato del PRD es, para decir lo menos, una afrenta a la inteligencia ciudadana.

La marcha de Tabasco al Distrito Federal en 1994 y la toma del Paseo de la Reforma en 2006 sin duda generaron importantes molestias ciudadanas. Estas acciones también lastimaron la imagen de López Obrador entre algunos sectores de la sociedad. Sin embargo, a la postre tuvieron una contribución sumamente positiva a la democracia. Debemos a estas expresiones ciudadanas, junto con el importante movimiento Zapatista en 1994, las históricas reformas electorales de 1996 y de 2007 que colocaron a México a la vanguardia en materia de derecho electoral.

La verdadera preocupación no es cómo reaccionaría López Obrador ante un resultado cuestionable el 1º de julio, sino como respondería Peña Nieto si los ciudadanos acuden masivamente a las urnas para expulsar al PRIAN del poder. El comportamiento del PRI durante la campaña sugiere que este partido de ninguna manera estaría dispuesto a aceptar su derrota. Peña Nieto, como Felipe Calderón en 2006, también pretende ganar “haiga sido como haiga sido”...
 
TEXTO COMPLETO DEL ARTÍCULO DISPONIBLE EN LA JORNADA