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jueves, 21 de julio de 2011

"México no es cuartel" (Revista Proceso, 17 de julio de 2011)

Foto: Yahir Ceballos, proceso.com
Ha llegado la hora para el retiro de los militares de las calles. La situación actual ya no es sostenible, con casi 50 mil integrantes de las fuerzas armadas que se encargan de manera cotidiana de tareas de seguridad pública. Estamos en una coyuntura de abuso generalizado contra los derechos humanos y de violación flagrante a la Constitución, así como frente a un abierto fracaso en el combate a la violencia y a la delincuencia organizada. Es imperativo determinar una fecha específica y cercana para el retorno de los soldados a sus cuarteles.

En su momento, el gobierno federal justificó la estrategia de recurrir al Ejército y a la Marina como una medida temporal que supliría a las corporaciones policiacas del país mientras éstas “limpiaban” y “profesionalizaban” su personal. Pero la “medida temporal” se ha convertido en una misión permanente para “mantener la paz” en toda la República. De allí la desesperación por aprobar las reformas a la Ley de Seguridad Nacional que buscan “legalizar” las acciones que hoy violentan gravemente el mandato constitucional de que los militares únicamente puedan “ejercer funciones” que “tengan exacta conexión con la disciplina militar” (artículo 129).

Estamos por cumplir cinco años del inicio de la “guerra” de Felipe Calderón y las autoridades no cansan de informarnos que los militares deberán seguir en las calles durante por lo menos siete o 10 años más. Pero no existe ninguna garantía de que al término de este plazo no se pida una prórroga por otro periodo igual, y así sucesivamente hasta que se eternice la estrategia actual. Asimismo, cada vez más mandos militares son nombrados jefes de corporaciones policiacas y procuradurías estatales. Más que un plan de desmilitarización, hoy asistimos a un evidente proceso de profundización de la vía militar.

Recientemente han surgido voces que, si bien son críticas de la militarización, cuestionan la demanda de un retiro inmediato de las fuerzas armadas en todo el país. Señalan que encuartelar a todos los militares de golpe sería igual de irresponsable que su atropellado despliegue al principio del mandato de Calderón. También invitan a reflexionar sobre las diferencias entre diversas zonas del país, en algunas de las cuales la influencia militar supuestamente ha sido positiva, o por lo menos no tan nociva, como en Cherán, Michoacán, en comparación con otras, como Ciudad Juárez...

TEXTO COMPLETO DEL ARTICULO DISPONIBLE EN REVISTA PROCESO